El 20 de diciembre de 2018, el gobierno federal enmendó la Ley Federal de Bienestar Animal para prohibir las peleas de gallos en Puerto Rico y en todo Estados Unidos. Participantes de las peleas, junto con el gobierno de Puerto Rico, impugnaron la prohibición. La legislatura también promulgó una ley para regular aún más el deporte a pesar de la prohibición federal. Según la legislatura, la sociedad puertorriqueña tiene “derecho a pelear gallos” para preservar su identidad cultural y para su sostenibilidad económica.

Dado que las peleas de gallos continúan a pesar de la prohibición federal, el gobierno de EE.UU. y los grupos de protección de los animales, deben considerar la colaboración con la comunidad para ayudar a dejar atrás una práctica que conflije directamente con las creencias y leyes actuales de Puerto Rico sobre la protección de los animales.

Este artículo cubre:

La Ley Federal de Bienestar Animal prohíbe las peleas de animales

La Ley de Bienestar Animal (AWA) establece las normas mínimas de bienestar para determinados animales utilizados para interéses humanos, incluyendo alimentación, exhibición, investigación y experimentación. Desde el 1976, la AWA ha prohibido el traslado interestatal de animales para su uso en peleas de animales. La AWA también ha prohibido exhibir o patrocinar un animal que haya sido transportado entre estados para ser utilizado en una pelea. Las peleas de animales no pueden promocionarse o anunciarse a través del servicio postal federal. La ley proveía una excepción para las peleas entre aves en los estados o territorios donde la práctica era legal. Esto permitía las peleas de gallos en Puerto Rico.

Ley de Peleas de Gallo del Nuevo Milenio de Puerto Rico

En 2007, Puerto Rico promulgó la Ley de Gallos del Nuevo Milenio de Puerto Rico, Ley 98. La Ley reconoció las peleas de gallos como un deporte oficial bajo la jurisdicción del Departamento de Recreación y Deportes. En términos generales, la ley estableció las normas para las peleas. También intenta establecer las peleas de gallos como un derecho cultural en virtud de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

El gobierno federal sigue restrigiendo las peleas de animales

Entre 2002 y 2014, el Congreso federal modificó las disposiciones sobre peleas de animales. En 2002, el Congreso prohibió patrocinar o exhibir un ave para su uso en una pelea cuando el ave había cruzado las fronteras estatales. El Congreso creó una “norma especial para ciertos estados”. En las jurisdicciones que permitían las peleas utilizando aves, sólo se prohibía patrocinar o exhibir el ave cuando el animal había sido transportado a través de fronteras estatales.

En 2007, el Congreso prohibió la venta, el transporte y el uso de instrumentos afilados en las peleas. En 2008, el Congreso amplió las prohibiciones para incluir la compra, la venta, la posesión y el adiestramiento de animales para uso en peleas. En 2014, el Congreso prohibió asistir a un evento de pelea de animales, o hacer que un menor de 16 años asistiera. A lo largo de estos años, el Congreso también aumentó las penas por infringir cualquiera de las disposiciones sobre peleas entre animales.

La Ley Agrícola prohíbe las peleas de gallos

En diciembre de 2018, Estados Unidos promulgó la Ley para el Mejoramiento de la Agricultura, o la “Ley Agrícola”. La sección 12616 de la ley eliminó la regla especial que permitia las peleas entre aves en estados donde la práctica se permitia localmente. Esta nueva norma entró en vigor en diciembre de 2019. Para esa fecha, todos los estados de EE.UU. ya habían prohibido las peleas de gallos, siendo Luisiana el último en hacerlo en 2007. Sin embargo, el deporte seguía siendo legal en los territorios de Puerto Rico, Guam, Samoa Americana, las Islas Marianas del Norte y las Islas Vírgenes.

Puerto Rico desafía la prohibición de las peleas de gallos en los tribunales

El 22 de mayo de 2019, grupos e individuos que practican las peleas de gallos presentaron una petición para impugnar la constitucionalidad de la Sección 12616. La Cámara de Representantes de Puerto Rico, el Senado y la Asociación de Alcaldes presentaron mociones sumándose al recurso.

Estos grupos argumentaron que el gobierno federal se había excedido en sus poderes al no permitir que el gobierno local determinara la legitimidad de este deporte. Argumentaron que las peleas de gallo no afectaban lo suficiente al comercio interestatal como para dar jurisdicción al gobierno federal para prohibirlas. También argumentaron que los territorios no estaban sujetos a la prohibición y que ésta violaba numerosas disposiciones constitucionales. Los peticionarios destacaron el significado cultural y económico que las peleas de gallos tenían para Puerto Rico.

El 28 de octubre de 2019, el tribunal federal de distrito de Puerto Rico denegó la petición. Entre las otras razones por la denegación, el tribunal encontró que las peleas de gallos afectaban suficientemente la actividad comercial interestatal para que el gobierno federal pudiera legislar la actividad. El tribunal también determinó que para efectos de la legislación sobre el comercio interestatal, el gobierno federal podía tratar a Puerto Rico igual a los estados. Por último, el tribunal confirmó la constitucionalidad de la prohibición. El tribunal no consideró los argumentos culturales o económicas de los peticionarios, ya que no eran argumentos jurídicos. Lo que sí hizo fue señalar que si las peleas de gallos tenían tanta importancia económica para la isla, era indudable que la práctica afectaba el comercio interestatal en alguna medida.

Los peticionarios apelaron la decisión del tribunal de distrito ante el Tribunal de Apelación de los Estados Unidos para el Primer Circuito. Este tribunal confirmó la decisión. Los peticionarios solicitaron entonces al Tribunal Supremo de los Estados Unidos que revisara la decisión. En octubre de 2021, el Tribunal Supremo denegó la solicitud.

Puerto Rico promulga la Ley 179 para legitimar aún más las peleas de gallos

El 18 de diciembre de 2019, menos de dos meses después de la decisión del tribunal federal sobre las peleas de gallo, Puerto Rico promulgó la Ley 179 de 2019 para reforzar la legitimidad de las peleas de gallos.

En la Exposición de Motivos de la Ley 179, el gobierno declaró que las peleas de gallos son parte del “folklor” y la cultura de Puerto Rico. La ley afirma que el bienestar y la protección de los animales son cuestiones de interés local, y que Puerto Rico mantendrá la práctica por razones sociales, culturales y económicas. También menciona la preservación de los gallos de pelea por su valor para la biodiversidad.

Las peleas de gallos como símbolo del nacionalismo y cultura

El gobierno federal no reconoce un “derecho a la cultura.” Además, Estados Unidos nunca ratificó la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas a la que se refiere la Ley de Peleas de Gallos del Nuevo Milenio. Sin embargo, esto no hace que el significado cultural sea menos válido para quienes lo consideran así.

No es la primera vez que Puerto Rico apela a la cultura, la tradición y el nacionalismo para defender las peleas de gallos. En el artículo Cockfighting Nationalist: Blood Sport and the Moral Politics of American Empire and Nation Building, la profesora y especialista en estudios americanos Janet Davis ofrece una breve historia de las peleas de gallos en Puerto Rico, Cuba y Filipinas.

La primera prohibición de las peleas de gallos en Puerto Rico

Se cree que la práctica de pelear gallos en Puerto Rico comenzó con la ocupación de la isla por España. Las peleas han sido reguladas en Puerto Rico desde el siglo XIX. En 1903, los Estados Unidos, entrelazando el nacionalismo y la democracia con la moralidad y el progreso social, prohibió las peleas de gallos en todos los territorios que adquirió tras la guerra hispano-americana, incluyendo Puerto Rico. Activistas y grupos en defensa de los animales apoyaron la prohibición como un paso adelante en su lucha para el trato compasivo y humano de los animales.

Sin embargo, para Puerto Rico, la prohibición representaba una asimilación forzada y un movimiento imperialista para borrar su cultura y sus prácticas. Al igual que Estados Unidos apeló a un sentido de nacionalismo, respeto, humanidad y “unión” para justificar la prohibición, Puerto Rico apeló a los mismos conceptos para justificar su desafío, y siguir celebrando las peleas a pesar de la ley.

En 1933, Robert Gore, el entonces gobernador de Puerto Rico, derogó la prohibición. Según Gore, la legalización haría a Puerto Rico más atractivo para los turistas estadounidenses. Al final, y en contra de los deseos de los grupos de protección animal, los intereses económicos de Estados Unidos superaron sus imperativos morales.

Hoy Puerto Rico sigue afirmando su identidad y autonomía cultural a través de las peleas de gallos, una actividad que el gobierno federal y los grupos de defensa de los animales consideran “bárbara” y “salvaje.” El hecho de que las peleas de gallo todavía son utilizadas como símbolo de la nacionalidad puertorriqueña dice mucho de la relación conflictiva entre Puerto Rico y Estados Unidos, ya que en otros aspectos, la ley de protección animal en Puerto Rico requiere un trato justo e digno hacia los animales.

Las creencias de Puerto Rico sobre la protección de los animales

La Ley 154 de Puerto Rico sobre el bienestar y la protección de los animales, promulgada en 2008, reconoce a los animales como seres sensibles. Comparativamente, Oregón es el único estado de EE.UU. que reconoce la sintiencia animal en su legislación. En 2020, Puerto Rico enmendó su Código Civil para declarar que los animales domésticos y domesticados, que principalmente proveen compañía a su guardian, son seres “sensibles”. Más importante aún, las enmiendas también declararon que estos animales no son propiedad.

Es cierto que hay muchas excepciones a esta disposición. Por ejemplo, los animales utilizados en espectáculos siguen siendo propiedad. Las aves utilizadas en las peleas de gallos entrarían en esta excepción. Sin embargo, las enmiendas al Código Civil indican que, por lo menos en algunos circunstancias, Puerto Rico reconoce que los animales tienen sentimientos e intereses propios. Puerto Rico quiere considerarse como una sociedad en la que los intereses y las vidas de los animales se aprecian como algo separado de los intereses y las vidas de las personas que ejercen control sobre ellos.

¿Cómo puede entonces Puerto Rico justificar la continuación de la práctica de las peleas de gallos apelando a la cultura? Durante toda su vida, las aves no son consideradas individuos. En la pelea, son sometidas a la tortura por parte de su propia especie. Hay que admitir que, aunque puede haber cierto grado de camaradería entre los animales y sus entrenadores o criadores, no parece ser el caso de las peleas de gallos según se practican en la actualidad. En un sitio web que se discute y promueve el deporte, no sobresale el nombre de ningún animal al que se le haya dado reconocimiento en este deporte. El animal es simplemente una herramienta, un símbolo o un recurso económico para quien lo controla y se aprovecha de su existencia.

Las aves como participantes en las peleas

Los que apoyan las peleas dicen que pelear es parte de la naturaleza de los gallos. Es cierto que existen ciertas razas de gallinas que son más agresivas que otras. Pero, igualmente, no todas las aves, incluso las que son más agresivas, quieren pelear todo el tiempo. Tampoco todas siempre van a querer seguir luchando después de recibir heridas graves. Esta realidad, que la pelea es forzosa, se desprende del propio reglamento de este deporte en Puerto Rico.

El Reglamento Administrativo y de Lidia de Gallos en Puerto Rico, Reglamento Núm. 7424, regula las peleas. Antes de que un juez dé por concluida una pelea, el animal tiene que hacer más que evidente que no quiere seguir luchando. El juez declarará un ganador en la pelea si un ave es atacado por su oponente consecutivamente durante un minuto entero sin defenderse o si está tumbado o en posición de rodillas durante un tiempo determinado. Un ave tiene que intentar escapar del redondel tres veces seguidas antes de que se declare una pelea.

En algunas circunstancias, un ave que no quiere luchar se somete a una “prueba” con otro pájaro. Según este relato de un espectador, los propietarios se burlan de las aves antes de la pelea y golpean las paredes del redondel durante la misma para provocar a los animales. Esto provoca confusión y agravamiento en los animales, y en consecuencia, un comportamiento más agresivo.

Según el Departamento de Agricultura de Puerto Rico, se registraron 107,340 gallos de pelea en la isla entre los años 2016 y 2017. Sin embargo, el Departamento no hace pública ninguna normativa o guía para la cría o tenencia de estos animales. Tampoco el Departamento establece requisito alguno sobre lo que debe suceder con un animal herido que pierde una pelea.

Paises reevaluan las tradiciones que implican crueldad animal

Países con tradiciones implicando violencia hacia los animales están evaluando lo apropriado de continuar con estas prácticas. Esto se debe, en gran parte, a que la población es más consciente del sufrimiento animal.

El gobierno de Las Islas Feroe está cuestionando si debe continuar con su tradición anual de caza de delfines. La cacería de 2021 fue especialmente sangrienta, con la matanza de aproximadamente 1,400 delfines. Una encuesta demostró que más del 50% de la población se oponía a continuar con la tradición.

Encuestas de Francia y España demuestran que la mayoría de sus poblaciones no apoyan las corridas de toros. Algunos provincias canadienses y de los estados de Estados Unidos han prohibido los rodeos y otras actividades similares.

En cuanto a las peleas de gallos, la organización sin fines de lucro la Humane Society of the United States (HSUS), en español Sociedad Humana de los Estados Unidos, afirma haber obtenido resultados de una encuesta realizada en junio de 2017, demostrando que entre 1,000 residentes puertorriqueños, una mayoría de los encuestados apoyaba la prohibición de este deporte.

Intereses económicos como justificación para continuar las peleas

Además de su significado cultural, el gobierno de Puerto Rico también afirma que la prohibición de las peleas de gallos impactaría la economía y provocaría la pérdida de miles empleos. Según el gobierno, durante el año 2019 se celebraron 88,300 peleas, a las que asistieron 344,000 personas. Las peleas de gallos generan 65 millones de dólares al año y dan trabajo directa o indirectamente a 11,134 personas.

No hay duda que prohibir las peleas de gallos tendrá algún efecto en la economía de Puerto Rico. Prohibir cualquier explotación animal afectaría a la economía. Sin embargo, ¿el hecho de que genera dinero es suficiente para seguir la práctica? Además, ¿qué tan real es la cifra de 65 millones al año? Economistas han señalado que es difícil cuantificar el impacto de las peleas de gallos en la economía. Muchos participantes no declaran sus ingresos o gastos. No está claro cuántas personas realmente dependen de las peleas como principal fuente de ingresos. Además, ¿podría la continuación de las peleas de gallos suponer un riesgo económico para Puerto Rico?

El riesgo de la gripe aviar

Durante los mismos años en que el gobierno federal comenzó a aumentar las sanciones por participar en peleas de gallos (los años 2004-2008), aparecieron nuevos brotes de gripe aviar en América, Asia y Europa. Estos brotes causaron la muerte de cientos de personas y la destrucción de millones de aves. Según informes, algunas de las personas se expusieron al virus a través de contacto con gallos de pelea.

A finales de diciembre de 2021, en lo que se denominó el “peor golpe a la fauna salvaje en la historia de Israel“, miles de aves murieron tras un brote de gripe aviar en una granja de gallinas. Un brote en el Reino Unido a finales de 2021 resultó en el sacrificio de más de 500,000 aves.

No se puede negar que es más probable que un brote de gripe aviar en Puerto Rico provenga del uso de aves en la agricultura que en las peleas de gallo. Sin embargo, el gobierno federal permite y promueve la agricultura animal. No es así con las peleas de gallos. Por lo tanto, Puerto Rico asume cualquier riesgo al seguir la práctica.

¿Debemos apoyar para incentivizar cambio en lugar de distanciarnos de la práctica de las peleas?

Si es cierto que una parte de la población depende de las peleas de gallos para obtener empleo, ¿por qué no utilizar recursos para crear empleos alternativos?

El gobierno federal, con la ayuda de organizaciones de protección animal reconocidas como la Humane Society of the United States, o organizaciones más pequeñas, como Animal Wellness, que campaña contra las peleas de gallos, podría considerar la posibilidad de identificar a aquellas personas que dependen legítimamente de las peleas de gallos para mantener a su familia, y cooperar con ellas para, 1) proporcionar un mejor bienestar a las aves que actualmente pelean o que han resultado heridas en las peleas; y 2) encontrar un empleo alternativo. El artículo de la revista Tensions in contemporary Indigenous and animal advocacy struggles, traducido como “Tensiones entre las luchas contemporáneas indígenas y la defensa de los animales”, presenta un caso para ayudar, en lugar de penalizar, a los grupos marginados que dependen económicamente de la explotación de los animales. El gobierno federal (y los grupos de defensa de los animales) pueden trabajar directamente con las personas más afectadas por la prohibición federal sobre las peleas, en lugar de optar por distanciarse de la actividad.

Por su parte, el gobierno de Puerto Rico, en lugar de insistir en seguir con una práctica que desvía de sus principios sobre el bienestar y protección animal, estaría dando mejor servicio a su población con eliminar la práctica en sus propios términos. De hecho, el gobierno parece haber al menos considerado seguir este camino.

Al mismo tiempo que promulgaron la Ley 179 de 2019, la Cámara de Representantes y el Senado de Puerto Rico también aprobaron la Resolución Conjunta del Senado Núm. 459. Esta resolución ordena al gobernador y al comisionado residente de Puerto Rico que soliciten al Congreso de Estados Unidos un período de cinco años para la transición hacia el pleno cumplimiento de la prohibición de los peleas de gallos. Esto incluiría la búsqueda de empleo para las personas que dependen de la industria para obtener ingresos.

Conclusión

No está claro lo sucedido con la Resolución Núm. 459, y si hubo algún seguimiento. Sin embargo, si la prohibición de las peleas de gallos del gobierno federal evocó tales sentimientos de opresión para los puertorriqueños, ese sentimiento no desaparecerá insistiendo en un “derecho” a oprimir a otros (las aves). Con la ayuda del gobierno federal y los grupos de defensa de los animales, Puerto Rico haría mejor en tomar medidas para eliminar una industria que entra en conflicto con sus valores y creencias sobre la protección de los animales.

¡Gracias por leer!

Si hay un tema que crees que debo cubrir, contáctame y hazme saber por qué es importante tema para cubrir. ¡Hasta la próxima!

Join the Conversation

1 Comment

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *